El día que empieces a creer, vas a encontrarle un sentido a cada segundo que hayas vivido.
Van a ser todos los días primavera, y por las noches siempre tendrás abrigo.
El día que empieces a creer, tus buenas intenciones dirigidas a otros volverán hacia ti con más fuerza.
Superarás los días tristes con algo de fortaleza.
Recuperarás el suspiro de aliento que habías entregado a otros, y respirarás aire fresco.
El día que empieces a creer, las teresitas florecerán en el peor de los inviernos.
Dejarás de intentar venderle tu alma al peor de los demonios.
Usarás todos los miedos a tu favor y saldrás de los más profundos abismos en los que hayas estado.
Cobrará sentido todo aquello a lo que no le encontrabas explicación.
Sentirás tanta fuerza en tu interior que, querrás repartirla por montones.
El día que empieces a creer, van a empezar a existir todas las bellezas en las que no te atrevías a creer, comenzarás a fusionarte con el universo, y ese día; te darás cuenta que, siempre estuviste en el contexto perfecto.
Incluso, la palabra perfección tendrá un sentido para ti.
Si tan solo te atrevieras a creer… Sé que prometiste jamás volver a hacerlo. Equivocarte de la manera más ingenua, creyendo.
Quizás, volver a creer es el mayor de nuestros defectos y también, el único error que vale la pena volver a cometer.
De ser así… entonces, vive creyendo, muere creyendo, crece creyendo y sana creyendo.
Con cariño, Lorena.
